(...) El miedo en sí mismo es lo suficientemente poderoso como para afectar a la tasa de crecimiento de poblaciones de aves y mamíferos salvajes. El miedo a los grandes carnívoros o al superpredador humano puede provocar cascadas tróficas que afectan a la abundancia de plantas e invertebrados. Pero el miedo se vuelve un arma peligrosa cuando alguien descubre que se puede usar para manipular a las personas. Lo cierto es que funciona.
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