Basta leer la letra pequeña o ver los vídeos para darse cuenta de que ni las cosas pasaron como nos cuentan ni los detenidos son causantes de ningún desastre. Los incidentes de la madrugada de esta semana santa en Sevilla han dado lugar a un buen número de declaraciones feroces y apocalípticas de nuestros políticos. También han desatado un sensacionalismo lujurioso en gran parte de la prensa tradicional.
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Cuando hay alarma social no prohibía el gobierno lo que lo produce?
Solo es una cuestión a reflexionar.
Los incontables están en mayor peligro de extinción que los urogallos.
Por otra parte:
A la vista de las imágenes uno tiene la certeza de que lo único que sucedió es que la gente tenía miedo. Salió a la calle con pavor y acongojada por las noticias de atentados terroristas en Europa. Sobre todo los nazarenos y el público más entregado. Y cuando uno tiene miedo, a la mínima salta. No hubo nada organizado. Ni siquiera provocado, más allá del pánico de quienes presumen de devotos pero no se cortan en arrollar al prójimo ni en inventarse auténticas trolas que aumentan el pánico.
Inyectar pánico para disimular desmanes, nada nuevo bajo el sol.
El gobierno prometió eliminar las causas que produjeran alarma social.
Yo no paso miedo en mi ciudad más que cuando hay "furgol".
Si no hubiera aglomeraciones del tipo que hemos padecido no habría accidentes.
Si hicieran un *desfilomodro" controlado no habría accidentes.
Pienselo...
Lo que pasa que esto es España.
Nada nuevo cara al sol.
No sé si el problema es del mongolo que empieza o del resto que es incapaz de mantener un mínimo de calma y saber estar. Un poco exaltados los ánimos de los meapilas esos y por lo visto eso de las avalanchas y las "carreritas" en la semana santa sevillana es algo relativamente habitual.
No quiero soltar tópicos chorras, pero en otros lados la gente no pierde la compostura con tanta facilidad.
Me ha gustao, pardiez!
Cada cual se ha inventado la mentira por su lado. Ya ni se molestan en coordinarse.
¿Pero aún queda alguien que lea ese pamfleto?
Los de los golpes a contenedores no eran más que otros que se reían de los que ya estaban corriendo de antes.