En muchos lugares del mundo, el FMI es la organización a la que todos aman odiar. Según algunos, el FMI es malo para los pobres, las mujeres, la estabilidad económica y el medio ambiente. Stiglitz, cuya influencia es más amplia por su premio Nobel, culpa al FMI de causar y luego empeorar las crisis económicas que se le pidió que resolviera. Supuestamente, hace esto para salvar a los capitalistas y a los banqueros, no al ciudadano de a pie. Si bien no es cierta, esta creencia hace enorme daño y limita el impacto positivo que el FMI puede tener.
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