Santiago Del Río Florez de Quiñones (11 años) espera inquieto en el banquillo hasta que se escuchan dos palabras: “Árbitro, cambio”. Es entonces cuando se convierte en “Santi”, aunque a cualquiera le bastarían unos minutos para familiarizarse con su nombre. “Santi, presiona”, le animan desde el banquillo. “Vamos, Santi”, le jalean desde la grada.
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