Al despertar, abrió la ventana y se quedó “flipado”, como él mismo explica. “Lo primero que me pregunto es dónde está el mar. Pero bueno, podía ser que el avión aterrizara de otra forma. Y cuando veo aquel verde tan grande…Se bajó toda la gente y digo, oye, chicos, que yo voy para Lanzarote”, cuenta que les dijo a la tripulación. Para su sorpresa, aquello no era Guacimeta, sino Bratislava.
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- Manolo.
- ¿que?
- ¿a que no hay huevos de mandar al atontao ese a Bratislava?
- ¿que no hay huevos?
y el resto es historia...
- Manolo
- ¿que?
- Ya te dije que estos giris no serían capaces de montar una empresa seria de aviación con piezas del IKEA.