Estudiantes de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) y de primero de Bachillerato de los institutos de la Región de Murcia están aprovechando el pin parental como salvoconducto para hacer pellas: unas veces lo consiguen y en otras ocasiones les pillan con las manos en la masa. “Los adolescentes saben que si no entregan la autorización paterna no pueden asistir a ninguna actividad complementaria que organice el centro”.
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Somos unos afortunados. Nuestros padres no pudieron pirarse la asignatura "formación del espíritu nacional" durante la época de Franco, pero nosotros si tuvimos la suerte de poder pirarnos lo que nos diera la gana.
No seré yo quién critique a estos chavales están ejerciendo su libertad.
Otra cosa es si a los padres se la suda más.
Todas estas actividades tendrían que estar programadas al terminar las clases para que acudieran solo aquellos interesados. Que no hay nadie interesado, pues es lo que toca.
Mi hijo aún está en primaria, pero es indecente que se programen cosas de estas y que encima haya que pagar. Y estoy hablando de un colegio público. Cuando no es el puto teatro en inglés, es que viene no se quién a plantar macetas. O unos crios vestidos de científicos a hacer el mismo experimento chorra siempre (el volcán de bicarbonato y vinagre). Y cada chorrada de estas de 3 a 5 euros.
Al final, los más necesitados de inclusión, enseñanza y toda esa palabrería que se les llena la boca, no asisten porque si ya ni llevan el material obligatorio al colegio (que eso es otra), como para estar gastándose 5 euros en un teatro en inglés, para que las empresas afines a la DGA vivan del cuento.
A trabajar y a dejarse de chorradas, coño.
Y mientras tanto, no muy lejos de Moncloa...