En plena recuperación de los cruceros –este 2023 se prevé cerrar con cifras muy elevadas que incluso podrían ser de récord– y pocos días después de constituirse el nuevo Ayuntamiento y de haberse producido un cambio de alcalde –Jaume Collboni es claramente más favorable que Ada Colau a esta actividad– el puerto de Barcelona reactiva la que será su séptima y última terminal, la G, para acoger estos grandes buques, una infraestructura que el equipo de la exalcaldesa planteó dejar en un cajón.
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