En un año que prometía ser muy positivo para la renta fija, con el consenso de analistas destacando desde el primer momento las buenas perspectivas que había para este tipo de activos, a casi cuatro meses de terminarlo, de nuevo el inversor medio está viendo cómo su cartera de bonos pierde un 0,6%. Los precios de los bonos no consiguen repuntar, a medida que las rentabilidades a vencimiento de la deuda aumentan, al anticipar que la política monetaria será más restrictiva de lo que se esperaba.
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Si no quieres estar pendiente de los cliclos del mercado ni de los tipos de interés, entonces lo mejor es una cartera boggleheads o una cartera permanente. Según la cartera boggleheads, al ir cumpliendo años hay que ir incrementando el % de renta fija frente a la bolsa, cuanto más joven seas, más bolsa hay que tener, cuanto mayor seas, más bonos.
(*) No es un error, la diferencia de precio entre la renta fija y la bolsa es la segunda mayor desde el siglo XIX, ha habido muy pocos momentos en la historia en los que haya tenido más sentido que ahora comprar renta fija. En todo el siglo XX, solo el año 2000 ha tenido un spread similar.
El volumen de especulación en la renta fija es mucho mayor que en la bolsa, órdenes de magnitud mayor. Y en forex (cambio de monedas), es aún mayor. Y las criptomonedas, por ejemplo, que tienen fama de ser especulativas, apenas se usan para especular, son demasiado pequeñas. Cuanto más grande y cuanto más estable es un activo, más especulación tiene.
La renta fija es tremendamente fácil de predecir, nadie ha pensado que este año fuera a ser muy positivo para la renta fija, todo el mundo sabía que este año los tipos llegarían al máximo y el precio de la renta fija al mínimo. Es un año para comprar renta fija, con vistas a venderla en 2 o 3 años, cuando los tipos lleguen al mínimo. En cuanto empiecen a bajar los tipos sí se podrá decir que el siguiente año será prometedor, pero mientras suban, nope.