Hay pacientes que molan y pacientes que son un engorro. Hay enfermedades majas, baratas de curar, agradecidas con los tratamientos, y otras que son una auténtica pesadez. Caras de tratar, sin cura definitiva… en fin un auténtico despilfarro, cuando se entiende la Sanidad como negocio. Los enfermos de hepatitis C tienen la desfachatez de reclamar al Ministerio de Sanidad que les suministre un fármaco –caro, eso sí- que les alivia su dolencia. Y es que son unos egoístas.
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