Un equipo de científicos de la Universidad de Arizona (EE. UU.) ha realizado un estudio que demostró que el SARS-COV-2 es capaz de aliviar el dolor en el organismo contagiado, mientras se propaga dañando sus sistemas y órganos. Se ha descubierto que la proteína espiga del SARS-COV-2 se une a la neuropilina exactamente en la misma ubicación que el vegf-a y bloquea el proceso que genera hiperexcitabilidad de las neuronas que origina la sensación de dolor. Estudio:
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