El sistema español es completamente diferente del de Turquía o Irak. Aquí no se puede cobrar por un trasplante. Los enfermos se registran en una lista de espera y se les asignan órganos a medida que aparecen oportunidades compatibles. No se puede pagar para adelantar puestos en la cola, ni mucho menos pagar a los donantes o a sus familias.