Monos con camisa

“En otro tiempo fuisteis monos, y también ahora es el hombre más mono que cualquier mono.” (Friedrich Nietzsche)

Hace mucho tiempo que tengo claro que el ser humano es un animal como otro cualquiera (a pesar de nuestro alabado raciocinio, el cual es evidentemente, aunque nos cueste reconocerlo, sólo una herramienta evolutiva más), sin embargo anoche fui presente de un acto grotesco:

Salí ayer con los amigos de futbito a dar una vuelta por la noche aprovechando para hacer una escapadita sin nuestras parejas. Y todo iba más o menos bien, sin embargo de repente, estando nosotros en una discoteca abarrotada de gente un par de chicas comenzaron a discutir. Al segundo los amigos de cada chica se unieron a la disputa apoyando cada uno a su correspondiente amiga con lo que se montó, en apenas 30 segundos, una pelea en la que terminó participando casi medio pub. No menos de 20 personas gritando como locas, lanzando vasos por los aires, y agrediéndose físicamente entre sí.

Fue algo esperpéntico, un espectáculo que sin embargo sé que sólo me llamó la atención porque hace mucho que no salgo hasta tan tarde de madrugada. Porque de hecho todos sabemos que este tipo de situaciones es algo de lo más normal en nuestra especie y que, es más, es algo que sucede cada noche en un lugar u otro de una gran ciudad. Observando desde la distancia me vino a la mente el siguiente fragmento de un documental que había visto no hacía mucho y que vosotros deberíais también ojear, especialmente desde el minuto 6' en adelante:

Y es que sí, somos animales. Nos guste o no admitirlo, seguimos siendo animales: monos con camisa y sin pelo, pero aún así meros animales que; como dijera Pío Baroja: están "un milímetro por encima del mono, cuando no un centímetro por debajo del cerdo". Y no es que como muchos pretenden sea el caso de que aún nos quede un remanente animal (siendo nosotros otra cosa) sino que realmente parece que no hay diferencia esencial entre otro ser vivo cualquiera y nosotros.

Y comprendo que para nuestro ego ésto sea algo siempre complicado de digerir, pero es un hecho que se manifiesta claramente cuando se compara nuestra conducta con la de nuestros ancestros más cercanos. Os digo muy sinceramente que si anoche los chavales de la discoteca hubiesen estado disfrazados de primates habría sido casi imposible distinguirlos de las imágenes del vídeo que os he dejado antes.

Ya es hora de que llevemos (siguiendo a Carlos Castrodeza) la darwinización del mundo hasta sus últimas consecuencias. Aceptemos de una vez que nuestro origen y nuestra finalidad como especie es compartida con el resto de seres vivos: que en realidad sólo somos microbios venidos a más, y que la meta que dirige todos y cada uno de nuestros actos es en sí la misma meta física que mueve y conduce los flagelos de una simple bacteria: maximizar en todo momento el consumo de energía (y aumentar la entropía total del Universo). Y punto.