El estigma del sabor, efectivamente, ha hecho mucho daño a nuestra agua potable. Aquí y en otras ciudades de España con aguas duras como Alicante, Castelló, Palma de Mallorca, Málaga, Almería o Jaén. Pero hay mucho de mito en esto, según demuestran las catas que organiza Emivasa -la empresa participada por Global Omnium y el Ayuntamiento de València, responsable de que el agua llegue a los hogares del cap i casal y su área metropolitana- en espacios públicos. «Un 70 % de los consumidores no pueden identificar qué agua es la del grifo».