Todo comenzó con un pez y terminó en nuestro cerebro, pero eso tomó siglos. No obstante, los experimentos que se hicieron en el intervalo dieron frutos, como las pilas, e inspiraron novelas, como Frankenstein. Hoy en día sabemos que, así como las rayas torpedo, nosotros también somos animales eléctricos. Esta es la historia de una idea que nos ha acompañado durante siglos pero que -como esa raya- se nos escapaba de las manos.
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