Cuento - "El paseo"

Aprovechando que hacía días que no pasaba por casa, un empresario decidió llevar a su hija por el campo para que, por una parte, supiera lo ricos que eran y, por otra, se diera cuenta de lo pobres que podían ser algunas personas.

Cogieron un coche descapotable y fueron observando a la gente trabajando en las tierras, con tractores, bajo el sol...

-Mira esa granja -le dijo el padre-, la que está al lado del lago, ahí vive una familia humilde pero buena gente, vamos a saludarles.

Ambos bajaron del coche y llegaron a la granja.

Al verlos, la familia que vivía allí les invitó a entrar en casa y a pasar el día con ellos.

Les ofrecieron una comida sencilla pero deliciosa, en una pequeña mesa con varias sillas, algunas de ellas un poco rotas, pero en un salón muy acogedor.

Tras acabar la comida, mientras el padre tomaba un té, su hija estuvo jugando con los hijos de los granjeros. Como apenas tenían juguetes comenzaron a correr por los caminos, a columpiarse en un viejo neumático, a tirar piedras al lago...

A mitad de la tarde se despidieron de la familia y subieron al coche en dirección a casa.

Cuando estaban en pleno camino de regreso, el padre le preguntó a su hija:

-¿Qué te ha parecido la experiencia?

-Muy bien, lo mejor de todo es haber podido estar un día contigo.

-Sí, pero viste lo pobre que puede llegar a ser la gente...

-Sí.

-¿Y qué aprendiste?

-Muchas cosas, papá. Me di cuenta de que nosotros tenemos una piscina en casa y ellos un lago gigante; que tengo muchos juguetes, pero siempre juego sola, y ellos solo tienen tres o cuatro, pero están gastados de utilizarlos con otros niños; me he dado cuenta de que nuestra casa está llena de jarrones y la suya de flores; y me han contado que ellos, casi todas las tardes, se van a pasear por el campo juntos, en familia.

Gracias, papá, gracias por mostrarme que algún día podemos llegar a ser tan ricos como ellos.

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