Aunque nunca se vieron en persona, el simbolista Kubin y el expresionista Feininger se admiraban y trabajaron juntos a distancia mediante el correo postal. Al torturado Kubin, que vivió una existencia de retiro y soñó un mundo de pesadilla, le gustaban los dibujos caricatrurescos de seres antropomórficos del expresionista. Fueron coetáneos, sufrieron el rigor moral y social de Alemania, Austria y
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