Ahora todo encaja. Hasta esta misma mañana nos preguntábamos cómo podía haber tanto chorizo suelto, en España y parte del extranjero, pero ahora unos científicos chinos nos acaban de dar la explicación. Resulta que lo de ser corrupto es una enfermedad mental, y por lo tanto, los más infames protagonistas de nuestra vida pública son más unos tarados (con perdón) que unos ladrones. Los científicos chinos están convencidos no solo de que la corrupción es un mal de la mente, sino también de que podría tener cura.
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es.wikipedia.org/wiki/Reeducación_por_el_trabajo
Laogai (Chino: 勞改; pinyin: láo găi), la abreviatura de Laodong Gaizao (勞動改造) que significa reforma por el trabajo (traducido habitualmente como reeducación por el trabajo), es el lema del sistema de justicia chino y se usa para referirse al uso de trabajos forzosos en las prisiones de la República Popular China y, por extensión, a los lugares donde ocurre. Se estima que en los últimos 50 años más de 50 millones de personas han pasado por los campos del Laogai.
De esta noticia se hizo eco hoy el diario hongkonés South China Morning Post.
El estudio, publicado en Frontiers in Behavioural Neuroscience, sostiene que una parte del hemisferio cerebral izquierdo llamada "giro frontal inferior" (situada junto a la sien) es clave en la conducta corrupta, pues las personas en las que esa área del cerebro trabaja con mayor intensidad pueden ser más propensas a aceptar sobornos o malversar fondos.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores chinos experimentaron con 28 voluntarios cuya actividad cerebral fue controlada por resonancia magnéti mientras se les "tentaba" con dinero.
En concreto, se daba a cada voluntario de forma aislada una cantidad de dinero (que variaba según el individuo) y se le ofrecía la posibilidad de quedarse una parte o rechazarlo en su totalidad.
Todos los voluntarios, al recibir una oferta de dinero, activaban áreas del cerebro relacionadas con el bienestar, en el hemisferio derecho y la parte frontal, pero sólo aquellos que lo aceptaban activaban el "giro frontal inferior" izquierdo.
Además, cuánto más dinero aceptaban, mayor era su actividad en esa zona próxima a la sien, produciendo unos resultados que, según el neurólogo Li Shu, director del estudio, "puede arrojar nueva luz ante la cuestión de por qué ocurre la corrupción".
Según señaló en declaraciones al South China Morning Post otro experto de la misma rama científica en la Universidad de Pekín, Ge Jianqiao, la investigación debería continuar con el estudio de políticos chinos corruptos, aunque otros colegas opinan que será difícil que el régimen comunista permita que los científicos analicen tan de cerca a presos convictos.