Todos hemos visto a niños que se ponen a llorar escandolosamente pero enseguida, a poco que te avienes a cumplir sus deseos, el llanto desaparece como por ensalmo, quedan como única prueba de él unas gordas lágrimas de cocodrilo en la mejilla. ¿Hasta qué punto esa escena melodramática ha sido un teatro pergeñado por el niño con el ánimo de manipular nuestros actos?
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etiquetas: psicología , niños , llanto , llorar , teatro
Schopenhauer, lux mundi.
Los berrinches, las escenas de ira en las que el niño amenza incluso con hacerse daño, son frecuentes en la especie humana, y también entre los chimpancés y entre los pelícanos.
Saludos
Supongo que ya que lo haces lo harás con gracia y salero.
Salu2