Cultura y divulgación
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Deja que mamá lea tu diario

Cambiaste el día en que tu propia madre comenzó a leer tu diario. Era uno de esos cuadernillos con candado pequeño, fácil de abrir apenas con un clip y un poco de maña. No tenías pruebas de que en verdad lo leyera, así que un día colocaste un pelo tuyo entre las páginas 37 y 38. Al día siguiente, en efecto, tu cabello seguía ahí, pero entre las páginas 41 y 42. Sin duda, cuando tu madre abrió el diario para leerlo, el pelo se desprendió y volvió a colocarlo con cuidado aunque en distinto lugar.

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