La obra del novelista y académico está en peligro de extinción dentro del currículo educativo de los lectores de la ESO y Bachillerato, una ausencia a golpe de reformas educativas y best sellers exportados
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Desde entonces odio la lectura. Nunca más.
Conmigo, fue lo que hicieron; algunos libros hubo que leerlos por nitos, pero conocíamos a los autores, leíamos fragmentos de sus obras... sabíamos qué autores nos iban a llegar, qué autores daba igual qué te contasen porque su prosa era un placer en sí misma, y qué autores eran insufribles al gusto de cada uno. En mi caso, yo me leí mucho de Cela sólo porque los fragmentos de La familia de Pascual Duarte me parecieron interesantes. De Delibes me enamoré. En el libro de texto pusieron sólo un fragmento (de los otros autores solían poner tres o cuatro) de El príncipe destronado. Me llamó la atención y lo busqué en la biblioteca. Lo devoré. Le siguieron Cinco horas con Mario, Diario de un cazador, Mi idolatrado hijo Sisí, Los santos inocentes (qué BUENO, coño. Y perdonad el exabrupto), El camino,... ¡qué sé yo! Me faltan Las ratas y Retrato de señora sobre fondo gris creo que se llama.
La prosa de Delibes se bebe como el agua. Se lee solo, es uno de los autores que se convierten en la Voz, que te hacen olvidar que estás leyendo para sentir sólo la Voz que Narra y hacen que desaparezca el mundo. Me ha hecho reír y llorar como la vida misma, sabiendo combinar por igual la dulzura, la ternura, la emoción, la sonrisa... y la ruindad, la cobardía, el egoísmo y el llanto. Dentro de mi cerebro, Delibes tiene guardado un buen sitio. Y dentro de mi corazón, quienes lo tienen son sus niños, el Moñigo, el Mochuelo, Quico... y sobre todo el Azarías, que también es un niño.
Aunque si te soy sincero tengo un “buffer” de libros en espera tremendo…
En esto de leer echo de menos el transporte público, pero es que ahora lo tengo inviable.
Tengo 40 min en coche 30 en moto o 90-100 en público…
¿La gente tiene que leerlo porque vosotros queráis? No, dejemos que cada uno lea lo que quiera.