Sus señores diminutos con barbas largas y sus mujeres orondas que les cuadruplicaban el tamaño fueron la firma distintiva de los personajes más famosos de Martz Schmidt, uno de esos obreros de Bruguera a los que el paso del tiempo ha ido relegando a un injusto olvido. En las obras del cartagenero se pueden encontrar un humor que sería irreproducible en la actualidad, pero también, como en el caso de Deliranta Rococó, planteó a los niños la lucha de clases tras la muerte de Franco.
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-¿Cómo que gallina?
-¿No ser la señora Corococó?
-¡ROCOCÓ!
Le sucedió en una ocasión en la que, queriendo buscar un destino de asueto original, se marchó a hacer un safari. Deliranta era un personaje que a veces era vil y ruín, y en otras astuto y liberador. Podía estar coladísima por su duque Oswaldo, pero como tuviese la menor sospecha de su fidelidad, lo mandaba a la luna de una patada. Generalmente ridiculizando a las señoronas de tronío y apariencias, Deli por igual se llevaba las tortas que las pegaba, siempre de acuerdo a las situaciones y nunca obedeciendo a ideas fijas ni a guiones manidos. Las historietas podían acabar bien o mal, pero siempre causaban la carcajada. Y memorables eran las frases de cabecera de página, donde generalmente aparecía una caricatura del propio Schmidt o de alguno de sus personajes haciendo un chiste o algún comentario cínico, "cuando le da por ahorrar, Deli, en vez de colorante parisino se pinta con chorizo de Cantimpalo".
Y en efecto, el poco nombrado Camelio Majareto era un gran personaje. Con esa cara de Groucho Marx que se gastaba, era no sólo un médico eficiente, sino también a veces, un buen detective. El surrealismo era más frecuente en él que en las historietas de Deli, al punto de atender a pacientes que se tomaban por mosquitos (y volaban y todo, y picaban...) , o ser visitado por un gnomo con fobia a las musarañas.
Siempre he considerado que sus historietas tenían más frescura que Mortadelo y Filemón
Cosa de poses y apariencias, supongo