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Esta es mi ética como científico. Si no le gusta, tengo otra
En el pasado, en la medida en la que la religión influía más en el poder, los investigadores eran vistos como asesinos de la fe, como brujos sin piedad o como villanos capaces de exterminar con sus artes a quien se pusiera en su camino. O como todas esas cosa a la vez. No eran nada de eso. Lo que sí eran es seres humanos y, como tales, capaces de arrastrarse por el lodo, mentir, falsificar o incluso darse de hostias para que sus teorías fueran aceptadas. Y así sigue ocurriendo, para desgracia de la moral humana y para solaz del humor universal
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