Un estudio publicado en la revista Alcoholism: Clinical & Experimental Research relaciona las variaciones genéticas en los receptores del sabor amargo y del calor con la predisposición a ingerir alcohol. El trabajo revela cómo ciertas variaciones en el genoma producen una percepción más intensa del sabor amargo, generando una aversión a ciertas bebidas alcohólicas como la cerveza.
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