El "hombre globo" nació con normalidad, sin mostrar nada anómalo hasta los 18 meses, exceptuando un gran abdomen, irregularidades intestinales y estreñimiento. Conforme crecía, también lo hacía el tamaño de su abdomen y su estreñimiento. A los 16 años su colon podía pasar un mes sin moverse y a los 20 se exhibió en un Dime Museum. Los médicos sabían que no tenía un tumor, sino un colon defectuoso, pero la cirugía era muy peligrosa, posiblemente por el riesgo de infección en una zona tan delicada. Murió a los 29 años mientras intentaba defecar.
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etiquetas: hombre globo , caca , defecar , megacolon agangliónico congénito
"A los 16 su colon podía pasar un mes sin exhibir movimiento "
Si yo ya no visito a roca un día y estoy rarete, no me quiero ni imaginar lo que tuvo que pasar este pobre...
truculento es poco...
se escuchó un booom y todos se comieron el marrón
Amos que yo no me encendería un cigar ahí al lado.
Lo mas normal vamos
Decidieron tratarlo homeopáticamente. Esperar la muerte.
De Il Dante Meneante.
Saludos.
-Matt Prats.
Cagar es un placer,
de cagar nadie se escapa,
caga el rey, caga el papa,
caga el buey, caga la vaca,
y hasta la señorita más guapa
hace sus bolitas de caca.
A insultar a otros foros. #47 No entres que sufrimos todos.
concretamente, en un hangar de aviones
Se ponen a discutir entre los órganos del cuerpo porque cada uno es el que dice ser el más importante.
Primero habla el corazón. Habla acompasadamente:
-Yo soy el que mando la sangre que todos los órganos necesitan para realizar sus funciones. Latido a latido les llevo vida a todos, yo soy el que manda de los órganos.
Luego toma la palabra el cerebro, y dice:
-Yo soy el que manda de todos los órganos, porque les doy las órdenes al resto del cuerpo. Yo pienso, organizo.
Todos los órganos tenían sus razones para decir que eran los que mandaban en el cuerpo.
Intervino la conciencia.
- Sin mí no podrían estar. Todos los órganos la miraron, y se rieron al unísono. Si en algo estaban de acuerdo, era en que la conciencia no era dueña ni de sí misma.
Finalmente, habla el estómago, que terció:
-Acá mando yo. Yo soy la central de energía de los órganos, sin mi trabajo el corazón no tendría fuerzas para latir, ni el cerebro para pensar.
Por un momento, se detuvo el murmullo del cuerpo, y todos los órganos reflexionaron que sin energía, ninguno de ellos podría funcionar. Este silencio empezaba a definir al estómago como el que auténticamente mandaba entre los órganos, cuando desde el fondo se sintió una voz carrasposa, que protestaba en contra.
Todos los órganos se habían olvidado de él. Era el ano, convencido:
-El que manda entre los órganos soy yo.
Los órganos rieron estrepitosamente. El ano, con lo tímido que puede llegar a ser, no había llegado a explicar sus razones. Las risas de todos los otros órganos lo ofendieron y decidió mostrarles a todos por qué es que él es el que manda del cuerpo. Se puso en acción en ese mismo momento, frunciéndose tan fuerte como nunca lo había hecho antes.
Dos días después, el cerebro ya no podía pensar y sufría fiebres, el corazón latía con dificultad y el estómago ya no podía digerir. Todos los órganos finalmente se rindieron y tuvieron que aceptar al ano como jefe.