En 1975, el historiador Jan Morris planteaba en The New York Times una idea por aquel entonces radical: hundir Venecia en el fondo del océano. Morris se servía de tan bárbara propuesta para reflexionar sobre la transformación de la ciudad, antaño un centro de poder político y económico y por aquel entonces encaminada ya hacia un mero reclamo turístico, un museo, una oda a la belleza. Venecia no tenía remedio. No podía salvarse. Era mejor dejar que se hundiera. Cuarenta y cinco años después, alguien le apoya.
|
etiquetas: venecia
Décadas más tarde la construcción de cientos de embalses, ha provocado que esos sedimentos se queden atascados, impidiendo que lleguen al mar e impidan que las aguas lleguen tan lejos.
Es algo que pasa también en algún país asiático como Birmania. Con la diferencia de que allí se venden las tierras de las montañas y la costa para que otros países puedan ampliar sus territorios sobre el mar. A la que llega una fuerte tormenta o un tsunami, el agua llega más adentro en Birmania que en sus países vecinos.
Tocar mucho la naturaleza tiene sus consecuencias...
Por cierto, en general en USA no se reconstruyen cosas que han sido destruidas por eventos naturales y siguen en peligro geológico. Con excepciones.