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Marginalias: reflexiones, quejas y maldiciones de los monjes medievales
Durante la Edad Media la única forma de copiar de un libro era a mano. Esta tarea correspondía a los monjes escribas, o copistas: oficio solitario, ingrato, e incluso físicamente devastador. Copiar un libro medieval era un asunto complicado. Se debía trabajar sobre un atril, diseñado específicamente para maximizar la luz natural y permitir que la tinta no se esparciera por todo el pergamino. Si bien estos diseños eran perfectos para el uso de las herramientas, eran terribles para el escriba.
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