La tenencia de mascotas exóticas no es algo nuevo: Los egipcios y romanos ya tenían peces ornamentales o utilizaban guepardos para cazar. Sin embargo, la magnitud que ha alcanzado actualmente el mascotismo de fauna silvestre, en una época de supuesto cenit moral, es preocupante y peligrosa, tanto para el bienestar de animales individuales como para el equilibrio ecológico que guardan las poblaciones a las que estos pertenecen.
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El mascotismo normal no hay por donde pillarlo desde el punto de vista de la ética o la preocupación por el medio ambiente. El de especies exóticas o silvestres ya es para pena de cárcel.