La planta siderúrgica de Arcelor Mittal en Asturias, con factorías en Avilés y Gijón, arrojó a la atmósfera 5,2 millones de toneladas de CO₂ en 2021. A pocos kilómetros, la central térmica de carbón de Aboño —de las pocas de este tipo que siguen activas—, propiedad de EDP, produjo también más de 5 millones de toneladas. Estos dos complejos industriales fueron los mayores emisores de este gas de efecto invernadero de toda España
Solo hay que darse una vuelta por el barrio del cerillero un día y ver el suelo como esta de un polvo rojizo y metálico o dure mente otros días el olor es nauseabundo
#2 O en Montiana, que es ya para que se haga un reportaje de terror. No obstante, como ahora llevamos pegatinas en el parabrisas, seguro que todo se resuelve solo.
El Observatorio de Sostenibilidad ya publicó que en 2021 que las ciudades de más de 80.000 habitantes con peores datos de contaminación por partículas eran Marbella, A Coruña y Murcia, por delante incluso de las clásicas Madrid y Barcelona. En la misma línea, la Agencia Europea de Medio Ambiente publica un mapa para consultar los niveles de PM 10 y PM 2,5 en las principales ciudades de Europa, y A Coruña era la que peor parada salía entre los puntos de nuestro país, con la media de los datos de 2020 y 2021. Con cifras más recientes de las estadísticas del organismo Europeo, la región de Canarias es la que acumula más puntos negros de contaminación por partículas en el aire, un hecho que se explica en parte por los episodios de calima, que han sido más intensos últimamente. Granada, Avilés, Marbella, A Coruña y Málaga aparecen también entre las ciudades con peores datos, por encima de Barcelona o Madrid que, no obstante, superan los valores considerados saludables en muchos casos, aunque casi nunca pasan de los laxos límites europeos.
Solo hay que darse una vuelta por el barrio del cerillero un día y ver el suelo como esta de un polvo rojizo y metálico o dure mente otros días el olor es nauseabundo
Granada, Avilés, Marbella, A Coruña y Málaga aparecen también entre las ciudades con peores datos, por encima de Barcelona o Madrid que, no obstante, superan los valores considerados saludables en muchos casos, aunque casi nunca pasan de los laxos límites europeos.