Hay veces en que la retórica hace que se instale como cierta una premisa que no es más que palabrería. Es así como del argumento de que “todo ciudadano libre posee el derecho a defender su vida, la de su familia y su propiedad privada”, o este otro que dice que “el derecho a la vida es el derecho a procurársela y a defenderla”, es que se ha ido legitimando la idea de la autodefensa armada como un derecho fundamental, y como medida que va asociada a seguridad. Esto es totalmente erróneo, al menos si examinamos los datos. En un estudio publicado
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