Desprendía carisma, arrollaba, el público la adoraba, era la Lola Flores del metal… Pero, de repente, su vida se fundió. 40 años después hay algunos que piden perdón. “Fuimos injustos, la boicoteamos, le hicimos la vida imposible. Y yo contribuí a ello”, recuerda Bernardo Ballester, batería del grupo Santa, al frente del cual Azucena Martín-Dorado consiguió la gloria y la desdicha.
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Green Day, primer disco con un batería y al segundo ya tenían a Tré Cool.
Los Planetas, se quitaron a la bajista y al batería en cuanto se hicieron famosos.
Nirvana, cuando Geffen les dio el contrato prácticamente les sirvió en bandeja fichar al mejor batería de punk que había en ese momento: Dave Grohl.
Red Hot Chili Peppers
U2 se quitaron a un guitarrista manta de en medio.
Y así todos.