Hola, amigo

Amigo, ¿Cómo estás? ¡Cada vez que te recuerdo siento tanta alegría porque hayas conseguido tus objetivos! Por fin tienes seguridad laboral, familiar, puedes planear tu futuro. Me siento orgulloso de ti. Y ese tema tuyo… espero que siga controlado. Entendí que nos separáramos durante tanto tiempo. Un proceso tan duro y largo como tus oposiciones, tus problemas con la familia, la casa, la salud… cada vez que te disculpabas por no estar ahí casi que me ofendía. “- Pero, ¿Qué dices? Quita, quita. Ahora toca luchar por tu futuro, ya tendremos tiempo de jugar al "Paths of Glory", de cervecear, de escucharnos”.

Pero ahora me siento un poco desubicado. No sé si en algún momento te he decepcionado en el transcurso de esta lucha tuya. Veo que por fin tienes tiempo, libertad, tranquilidad. Vivimos a treinta minutos, si el tráfico en la autovía para El Aljarafe lo permite. Trabajas a veinte minutos de mi casa a pie. Extraño tomarme unas tapas y unas copas contigo. En cierta manera con nadie hablo como contigo. Si encontrara eso en una mujer, con que no le faltara más de un ojo o una oreja tendría suficiente para declararla como el amor de mi vida. Bueno, y que no midiera tanto como tú (y el peso, cabrón).

Quizás siempre he mantenido las amistades desde un estilo lejano, relajado. Es mi estilo. Estar atento desde lejos. Creo que lo sabes. Quizás no. Ya no lo sé. Podría confrontarte, claro. Pero siempre me he preciado de saber aceptar el rechazo y dejar una vía de escape a quien no quiere la confrontación. Y me percato de que no me tratas de manera distinta a nuestro amigo de Mairena del Alcor. No respondes a los whatsapps, aunque a los cinco minutos puedas enviar un meme en algún grupo en común, no coges el teléfono. En fin… creo que lo pillo.

Alguna vez hemos hablado de la temporalidad de la amistad. Sí, las amistades son elásticas. Y puede pasar toda una vida sin que el alejamiento alcance ese punto de inflexión y cambie de dirección con un latigazo. Pero, hermano, esas cosas suceden a pesar de ser amigos a pesar de quererse y de querer verse, porque ciertas situaciones son indefectibles. Pero ¿ahora? ¿Hay algo que no sepa? Esto me está llenando de pesar. Me duele casi tanto como cuando se rompió mi familia, porque nosotros éramos otro tipo de familia. Tú, el guapo, el bajito y yo. Hasta con el bajito del CERN hablo de vez en cuando.

Sabes que nunca rompo amistades. Contigo no hago una excepción. Serías la última persona con la cuál haría una excepción. La esperanza de volver a conectar con alguien a quien quieres siempre ha sido aliciente suficiente para tragarme las ofensas imaginadas y esperar a que el elástico venga de vuelta. Pero parece que esta vez hemos pasado de la elasticidad a la plasticidad.

Te echo de menos.