Lo que no se dice sobre la eólica

Hace unos días, me fui a pasar un par de días a Francia. Como casi siempre que viajo allí, escucho alguna emisora mientras conduzco y mientras me dirigía a mi destino, me quedé poco menos que en estado catatónico con el contenido de una entrevista. Y esto es lo que vengo a comentar por aquí, por si a alguien le interesa...

El presentador de esa emisora generalista del sur de Francia entrevistó a un periodista y ecologista convencido llamado Fabien Bougé que presentaba un libro sobre las (supuestas) energías renovables eólicas y que ha supuesto un gran escándalo en el país vecino. En el libro se las tilda poco menos que de tecnología obsoleta y nefasta, que se han "comido" una cantidad ingente de ayudas y subvenciones públicas en detrimento de la innovación y de la investigación frente a la demasiada dependencia a los combustibles fósiles. De hecho, denuncia abiertamente el fraude medioambiental, económico y político que suponen esos mastodontes llamados eólicas.

Y lo hace desmontando uno a uno los argumentos que mantienen que esta supuestamente renovable es lo más parecido a la energía limpia. Y desmonta de manera muy concreta el negocio millonario de algunas ONGs virtuosas, esas que enseguida denuncian los malos malísimos lobbies de las centrales nucleares, de las mafias de la OPEP o de los OGM. Es como decía Voltaire: "Escupir en la sopa para que los demás se asqueen mejor". De hecho, la prensa evita acercarse demasiado a estos temas por miedo a entrar en conflictos de intereses.

Paradojas varias

Este autor plantea esa "ideología planetariófila" que supuestamente entusiasma a las gentes de las ciudades y acojona a los campesinos. Es decir, plantea paradojas continuas ya que los paisajes se modifican y hasta desfiguran en el nombre del respeto por la naturaleza. Esos gigantescos tótems que han ido sustituyendo las torres y sus correspondientes campanarios... El autor denuncia que tras la industria de la eólica se esconde un "arma de destrucción masiva del medio ambiente". El balance que hace del mismo es poco menos que catastrófico. Para empezar, y aunque nos hagan creer que las eólicas son reciclables, nada más lejos de la realidad. Sólo el mástil lo es verdaderamente. El resto y sobre todo componentes del motor contiene tierras raras, esas mismas que se utilizan para la construcción de los coches eléctricos, los paneles fotovoltaicos y los teléfonos móviles, esos que componen la bandera de los abanderados ecológicos. Y de hecho, esos componentes son lo más contaminante, especialmente radioactivos, ya que los lugares de donde se extraen quedan contaminados para siempre. La paradoja precisamente radica ahí, que los que atacan sin piedad la nuclear acepten pasivamente producir desechos radioactivos y los problemas de salud por parte de los trabajadores que extraen esas tierras raras así como las poblaciones lindantes (básicamente China).

es.statista.com/estadisticas/600572/porcentaje-de-tierras-raras-produc

Por otra parte, el periodista comentaba lo breve de la vida de las eólicas: un máximo de 25 años y lo imposible que resulta reciclar todos los componentes de las palas, que curiosamente contienen elementos peligrosos para la salud (fibra de vidrio) y ponía el ejemplo de las 14000 eólicas retiradas en California y almacenadas sin destino concreto desde hace años. Se preguntaba pues qué ocurriría con las del territorio francés o bien en el resto de Europa. Además, demuestra que allí donde se han implantado el calentamiento globan ha aumentado sensiblemente.

Y aunque está claro que el viento no se puede acabar, la producción de energía no se debe exclusivamente a los aerogeneradores. Porque el capricho de las corrientes no se puede dominar. Y esta es una verdad elemental. Y el talón de Aquiles de estos gigantes. Esta falta de control exige pues el uso de las centrales térmicas. Y ahí reside el meollo de la paradoja: cuanto más se utilizan los aerogeneradores, más se debe recurrir a las energías fósiles. Lo supuestamente "renovable" depende totalmente de lo "no renovable".

Y la enésima paradoja es que Francia, que se erige en modelo europeo en términos de emisiones de CO2, se ve obligada a imitar el modelo alemán que emite diez veces más CO2 por kWh producido.

En el libro llamado "Eólicas: la cara oculta de la transición ecológica", hay varios capítulos dedicados a la masacre de aves, murciélagos y algo menos conocido, de fauna marina.

Habla también de una llamada "nueva dictadura verde" cuando denuncia que la democracia no se aplica generalmente a las instalaciones eólicas con mención especial a subvenciones, exención de impuestos, tarifas eléctricas "subvencionadas", etc. En definitiva lo positivo del beneficio sin el riesgo de que el consumidor pueda sospechar nada ni emprender acciones legales contra esa "energía limpia". Y la chavala llamada Greta tampoco se salva de la quema en un capítulo donde se mezclan los defectos de un capitalismo de connivencias.

Las éolicas en Francia están subvencionadas al 100% por el estado. El día en que estalle una gran crisis europea y/o mundial, las eólicas habrán firmado su sentencia de muerte.

¿Cómo era aquello de las barbas y del vecino?