El cometido básico de una vacuna es generar inmunidad contra una enfermedad. ¿Cómo? Estimulando la producción de anticuerpos antes de que el organismo se vea expuesto a la causa real de la enfermedad, como por ejemplo una infección. Esta misma idea puede ser utilizada para prevenir o atacar el cáncer: un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford ha diseñado vacunas contra el cáncer basadas en células madre pluripotentes que muestran resultados prometedores en un modelo en ratón.
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