Parece chocante y enfermizo, pero tiene cierto sentido. Y es probable que ceremonias de matrimonio como ésta empiecen a ser habituales. No nos engañemos, con nuestro smartphone nos unen intensos vínculos emocionales. Son tantas las horas que nos pasamos contemplándolos que es normal que acabemos sintiendo por ellos algo más que una sincera amistad. Si después de tantos años de convivencia no estamos hasta el gorro, quizá deberíamos formalizar ante Dios y los hombres esta relación.
|
etiquetas: caballero , matrimonio , smartphone
No veo cual es la novedad.
El otro día se te oía a través de la puerta del lavabo gritar:
Ale, manita; Ale manita.