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La extraña casa que no tenía libros

Me abrió la puerta y me acompañó hasta el salón. Parecía un piso nuevo, aunque el edificio ya había conocido más décadas de las que cualquiera pudiera imaginar. En busca de un lugar donde dejar mi abrigo, mis ojos realizaron un fugaz paseo por el salón. Dos segundos bastaron para darme cuenta de que ese salón era especial. Pero, ¿por qué? ¿Qué era lo que me llamó la atención? Necesité otro vistazo de dos segundos para darme cuenta: En todo el salón no había un solo libro a la vista.

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