Al mismo tiempo que las grandes distribuidoras se despegaban de la esencia original del terror, un puñado de desarrolladores independientes buscaban la manera de bañarse en ella y encontrar nuevas formas de canalizarla; para algunos, estos esfuerzos fueron un canto de cisne, y para otros fueron el germen de una carrera esplendorosa. Todos pusieron, a lo largo de la segunda mitad de la década, los cimientos del resurgir del género a ojos del gran público.
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