La gente sigue las opiniones de su partido político preferido, especialmente en un ambiente polarizado. Pero no de manera absoluta: cuando un tema es personalmente importante, la gente no seguirá ciegamente el ejemplo de su partido.
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«Los liberales demuestran una voluntad similar de seguir al Partido Demócrata. [...] Sin embargo, hay margen para el optimismo. El público no es simplemente un perro obediente con una correa controlada por los partidos; a veces somos capaces de quitarnos la correa partidista».
«Cuando la gente cree que una propuesta de política puede afectar su vida diaria, puede eludir el respaldo de su partido y centrarse en los méritos sustantivos de una propuesta de política».
Lo mismo se puede aplicar a otras cosas: si a algo lo llamas "público" les parecerá cojonudo, pero si dices "del gobierno" les parecerá que Satán en persona va a gestionar eso. Que ahí ya entramos en el problema de no saber distinguir entre gobierno y Estado, pero eso es harina de otro costal. Lo que aquí llamamos "tres poderes del estado", allí se conoce como "tres ramas del gobierno".