Las dificultades impuestas en EEUU para ir a votar son diversas. El día de las elecciones no es festivo y las empresas no tienen obligatoriedad de dar permiso a sus empleados. Además, hay que estar registrado y si en dos elecciones no participas, el registro queda desactivado. Millones de ciudadanos con antecedentes penales no pueden votar. Los costes para ir a votar son elevados y eso acaba provocando abstención. Los ricos participan mucho más que los pobres y esta participación desigual genera desigualdad en los resultados y en las políticas.
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