edición general
  1. @Zhek

    Esa curiosa costumbre de distinguir entre empresarios y políticos como dos entes separados sin nada que ver, parece estar altamente extendida.
  1. @chen_s0y Pues claro. Cuando un servicio no es rentable puede ser por dos cosas:

    1- Que no sea rentable porque no es un servicio demandado. En este caso, si no hay demanda, sería una absurdez proveerlo. ¿Sería rentable fabricar maquinillas de afeitar que no corten? Obviamente no, porque no hay demanda para ello.

    2- Que no sea rentable porque hay demasiados aranceles que hay que superar. Puede ser que para un determinado servicio sí haya demanda, pero no sale rentable proveerlo porque hay que pagar demasiados impuestos y obstáculos. Hay mucha demanda para servicios de transporte particular (taxis), pero los precios son muy elevados porque el adquirir una licencia es prohibitivo. Y así, muchos otros. Lo que hay que hacer en este caso es disminuir impuestos y barreras artificiales que permitan unos servicios privados accesibles a todos el mundo.

    @DexterMorgan Son muy distintos, y la diferencia es clara. El empresario arriesga su dinero, el político el de los demás. :-)
    1. @Zhek

      Y con eso lo resumes todo, claro.

      @chen_s0y
    2. @Zhek
      @chen_s0y @DexterMorgan

      3. Que los clientes potenciales, que lo necesitan, no puedan pagarlo, porque las dinámicas del mercado favorecen que las élites acaparen el control sobre los bienes de primera necesidad. En cuyo caso, la necesidad apremia, los clientes se organizan, toman el control de la empresa, o pasan de ella y la autogestionan colectivamente para ofrecer un servicio igualitario, sin lucro para quien no hace nada. A eso le llaman estado, y deciden que se gestione de forma democrática, donde también dejan participar a las elites en igualdad. Las élites intentan tomar el control del estado, mientras que la mayoría no se da cuenta. Cuando la mayoría se da cuenta, retoma el control del estado, le ponen aranceles y restricciones a los mecanismos que permiten que alguien se lucre a costa del trabajo de otros, hasta que dejan de ser élites extractivas (no así élites trabajadoras, remuneradas por su aporte a la sociedad). A esto le llamamos mundo real.

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