Es como el día que enciendes la caldera después del verano. Al principio oyes continuamente el zumbido, no te deja ni dormir. Al tercer día no sabes si está encendida o apagada. Hasta que salta y el zumbido pasa a chasquidos metálicos por todos los radiadores.

El dolor es un zumbido, suave y continuo. Hasta que haces cosas que nunca pensaste que requiriesen de tanta coordinación y complejidad.

Usar secador y cepillo a la vez
Ponerse un calcetín
Subirse un pantalón ajustado
Abrocharse el sujetador
Cargar el café en la expresso
Exprimir naranjas
Calzarse las botas
Sujetar un paraguas
Bajar la basura
Abrir un bote de cristal
Ponerse el sujetador deportivo
Pelar patatas
Menear unas cocotxas
Descorchar una botella
Sacarse los pantalones
Agarrar una botella de agua de la nevera. Desenroscar el tapón mientras hablas por teléfono

Entonces el zumbido es una voz alta, o un grito. Ya he roto una botella, una pieza del exprimidor, y un corcho. Y se me ha cortado el pil pil.

Tengo una frustración interminable. Y el gato está obsesionado con lamerme la crema de ketoprofeno de la mano. @yerena eso es tóxico para él ¿no? Sólo me faltaba envenenarlo...

Nanit