Abro la puerta al instalador de la fibra, él inicia el saludo protocolario, y se queda callado con los ojos como platos. Silencio, sonrisa inmensa... ¡Alecto! ¡Ángel!!! Y abrazo a carcajadas...
Hacía 12 o 13 años que no nos veíamos. Compartimos dos años y pico infernales en una tele local, in illo tempore. Juntos 10 horas al día. Hasta que surgió algo. Recuerdo aquella conversación como si fuera ayer. Le pidió al jefe que lo pusiera con otra plumilla, porque empezaba a sentir algo, estaba a punto de casarse, yo estaba felizmente emparejada, y nos queríamos mucho, de forma distinta, para estropearlo. Cuando al poco me fui de aquel infierno hablamos durante horas. Y cortamos lazos, por petición suya.
Hoy hemos hablado como si nunca hubiésemos dejado de vernos. Pero no de eso. Le pregunté por su mujer, él por mi novio, ambos seguimos con la misma persona y flotó la idea de que hicimos lo correcto. Nos dijimos eso de "un día tenemos que tomarnos un café". Sabemos que no pasará, o es improbable. Ni siquiera tengo su teléfono.
Me ha quedado una cosilla ahí dentro. Pena de haberlo perdido como amigo, alegría de verlo tan bien, morriña de una época... Y un nudito en la garganta
@Alecto A mí me parece una historia preciosa, además de una lección de vida. El hecho de que una relación no acabe con "estuvieron juntos para siempre" no significa que tenga un final triste ni que no haya merecido la pena.
@Alecto Qué historia más bonita. En las historias de reencuentros puede pasar cualquier cosa.
Yo recuerdo encontrarme con mi mejor amiga de la universidad con la que no había hablado desde hace 5 años por temas de distancia. En ese primer abrazo me volví a sentir como en casa.
Para alguien que vive tan lejos de casi todas las personas que le son queridas, esos momentos se guardan como un tesoro.
Hacía 12 o 13 años que no nos veíamos. Compartimos dos años y pico infernales en una tele local, in illo tempore. Juntos 10 horas al día. Hasta que surgió algo. Recuerdo aquella conversación como si fuera ayer. Le pidió al jefe que lo pusiera con otra plumilla, porque empezaba a sentir algo, estaba a punto de casarse, yo estaba felizmente emparejada, y nos queríamos mucho, de forma distinta, para estropearlo. Cuando al poco me fui de aquel infierno hablamos durante horas. Y cortamos lazos, por petición suya.
Hoy hemos hablado como si nunca hubiésemos dejado de vernos. Pero no de eso. Le pregunté por su mujer, él por mi novio, ambos seguimos con la misma persona y flotó la idea de que hicimos lo correcto. Nos dijimos eso de "un día tenemos que tomarnos un café". Sabemos que no pasará, o es improbable. Ni siquiera tengo su teléfono.
Me ha quedado una cosilla ahí dentro. Pena de haberlo perdido como amigo, alegría de verlo tan bien, morriña de una época... Y un nudito en la garganta