Yo también podría jugar la carta de la tristeza cuando veo en lo que ha acabado el expolio vía IA del talento acumulado de tantos artistas mal-pagados que he conocido.
Yo he sido un super-privilegiado que ha podido elegir cuánto quiero ganar para poder vivir sin vender mi alma al diablo. Pero en el camino no he parado de cruzarme, y sigo haciéndolo, con gente que se pasa el día trabajando de verdad, para que luego en un golpe de timón, alguna empresa en las quimbambas le robe su trabajo. Eso, por la parte moral.
No he entrado en la parte de crítica visual, y vista la sensibilidad, me la voy a ahorrar.
Pero también me apetecería jugar la carta de dolido y lamentado artista y creador, o como se diga ahora, que está por ahí paseando, y alguien viene con un amasijo de expolios facilitado vía un programa moderno y rechulón, a recibir la gloria, y encontrándose con la negativa a ello por parte de un usuario anónimo que vive vete tú a saber donde y que probablemente jamás encontrará en su bar favorito, decide lanzar la carta de la ofensa infinita.
Yo también podría jugar la carta de la tristeza cuando veo en lo que ha acabado el expolio vía IA del talento acumulado de tantos artistas mal-pagados que he conocido.
Yo he sido un super-privilegiado que ha podido elegir cuánto quiero ganar para poder vivir sin vender mi alma al diablo. Pero en el camino no he parado de cruzarme, y sigo haciéndolo, con gente que se pasa el día trabajando de verdad, para que luego en un golpe de timón, alguna empresa en las quimbambas le robe su trabajo. Eso, por la parte moral.
No he entrado en la parte de crítica visual, y vista la sensibilidad, me la voy a ahorrar.
Pero también me apetecería jugar la carta de dolido y lamentado artista y creador, o como se diga ahora, que está por ahí paseando, y alguien viene con un amasijo de expolios facilitado vía un programa moderno y rechulón, a recibir la gloria, y encontrándose con la negativa a ello por parte de un usuario anónimo que vive vete tú a saber donde y que probablemente jamás encontrará en su bar favorito, decide lanzar la carta de la ofensa infinita.
Lo siento pero es un tema serio. Y aquí no cuela.