Lo que más llamaba la atención en España, hace cinco años, era la ausencia de juventud crítica. Los chicos estaban adormecidos por el confort y alejados de la toma de decisiones. Un solo ejemplo los retrataba: la mayoría vivía con sus padres hasta los treinta. Eso quería decir más que pereza, más que ahorro, más que camisas planchadas por mamá. Eso quería decir que, a la noche, el control remoto de la tele lo manejaban los padres. En España, ‘control remoto’ se dice ‘mando’. Los chicos, en España, no tenían el mando.
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