El 4 de noviembre de 2022 marca el centenario del descubrimiento de la tumba de Tutankamón en el Valle de los Reyes de Egipto, un momento decisivo para el mundo de la arqueología. La naturaleza espectacular de la tumba y sus tesoros proporcionó una visión sin precedentes de cómo era un entierro real del Nuevo Reino y convirtió a Tutankamón en uno de los faraones más famosos de la historia.
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Por cierto, la necrópolis del Valle de los Reyes es una visita obligada, pero la de Tutankamon es precisamente de las menos interesantes. Hay algunas de las tumbas que son magníficas y tienen unas decoraciones preciosas. Me llamó mucho la atención algunas inacabadas. Estaban dibujados los bocetos, con guías y líneas principales. Era impresionante, daban ganas de continuar la obra con un pincel...
Quizás estoy equivocado pero da la sensación de que han entrado a lo bruto, tirando paredes y abriendo la tumba con una palanca.
A saber la de objetos que se estropearon por una mala manipulación.
En 1922 Howard Carter y Lord Carnarvon tomaron al mundo por sorpresa al anunciar el descubrimiento de la tumba de Tutanjamon. Cien años después este hecho está aún vivo en nuestra mente colectiva occidental, mantenido por un relato cuasi mítico que nos habla de la tenacidad humana de un héroe solitario, un golpe de suerte en el último suspiro, maldiciones y un tesoro oculto de una riqueza incalculable. Aunque la Egiptología académica tradicionalmente se ha enfrentado, con más o menos fervor, a los elementos más sensacionalistas de este relato, no es hasta hace muy poco que abiertamente ha reconocido el sesgo histórico del mismo.
Reconociendo la necesidad de incorporar nuevas sensibilidades más alineadas con el siglo XXI y asumiendo la naturaleza colonialista implícita desde el origen mismo de la disciplina, este trabajo pretende, sin desmerecer el logro y la importancia del hecho en si, ofrecer una mirada complementaria al relato que hemos colectivamente creado y asumido en el mundo occidental en torno al descubrimiento de la tumba de Tutanjamon, mostrando como las piezas faltantes nos dicen quizás más sobre nosotros mismos y la historia de la Egiptología que sobre la propia tumba.
Que se podría haber hecho mejor? Por supuesto. Los ingleses no deberían haberse llevado nada. Incluso se dice del propio Howard Carter que hay algunas piezas que se quedó de la tumba de Tutankamon.
La cuestión de que ese descubrimiento fue mítico porque llegó en el momento oportuno. Después de la Primera Guerra Mundial (o Gran Guerra en aquel entonces) el mundo era mucho más pequeño y menos exótico que antaño, no invitaba a soñar, la era de los descubrimientos se acababa, la de la ciencia comenzaba a ser demasiado compleja. De pronto, un descubrimiento que no se esperaban, algo que recordaba a las viejas glorias de la Inglaterra Victoriana. Por ello fue publicitado enormemente. Además ahora existían el cine y la publicidad, así como las revistas y novelas pulp y la gente era mucho menos analfabetam así que se llegaba a una mayor parte de la población, el resultado fue un gran éxito de masas, se convirtió en un mito que dio lugar a una leyenda (la maldición) que sirvió para hacerlo aún más famoso.
La historia de que la tumba fue encontrada por un niño aguatero como dice #12 es otra parte de la leyenda. En realidad no hay ninguna evidencia de eso más allá de lo que dijo Carter muchos años después para sacarse de encima a un periodista. Ese tipo de relatos forman parte de una retórica donde cuando hay que darle crédito a un egipcio concreto, siempre se hace de una forma que no los destaque. Los egipcios nunca encuentran las cosas por sus increíbles conocimientos de la geografía local o por saber diferenciar a simple vista donde hubo movimientos de rocas y donde no... no... cuando encuentran cosas importantes es por casualidad o de una forma hasta inocente, como un niño que se tropieza.