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¡Los agnósticos son unos blandengues!

El agnósticismo es esa postura chaflutera que habla sobre nuestra incapacidad para saber si es real o no Superman o cualquier otro reconocido personaje de ficción, porque "quizá seamos nosotros las ficciones, y el universo en el que acontecen nuestras efímeras existencias una ilusión creada por un ser que...", en ese punto sería bueno tener al agnóstico al alcance del palo de selfie a fin de propinarle la "ilusión" de una buena tunda. Lastima que sea políticamente incorrecto introducir EL DOLOR como aporte al debate.

Pero, por lo general, el agnóstico no quiere quedar demasiado mal con nadie (¡porque es un blandengue!) y no es tan maniobrero como para intentar echar abajo ningún tipo de conocimiento fundamentado en la ciencia y guiado por un moderado escepticismo con el que las personas cultivadillas pueden llegar a diferenciar lo que suele ser el mundo real de las infinitas ocurrencias de charlatanes e iluminados, sólo alcanza a utilizar sus propias interpretaciones sobre paradigmas científicos actuales con la intención de esconder a los dioses entre astrofísica de atrezo y elucubraciones cosmotontas, apañándoselas para que todo debate sobre Dios acabe en oscuras divagaciones en torno al misterio de lo incognoscible.

Y esto ocurre porque el agnóstico no tiene paciencia para esperar a que pasen unos años, la sociedad se cultive, y desaparezca de los foros públicos el discurso religioso, así que con poco juicio hace gala de su agnosticismo habiendo creyentes en el debate, con lo que aparenta ser un escéptico radical incapaz de decidir si existe o no Superman, porque "quien sabe si, dentro de una multiplicidad infinita de universos, en alguno de ellos ocurrió la precisa conjunción de eventos de los que quizá haya surgido un Superm..." PALO DE SELFIE. Y aun, con lo imposible que sería la existencia de un Superman en nuestro universo, la historia del superser de la capa roja y los leotardos azules que tira rayos láser por los ojos es más verosímil que la de las tradicionales figuras mitológicas.

El agnóstico sabe que los relatos de los dioses de las religiones merecen ser enlazados con el origen y el devenir del universo tanto como merece ser conectado todo eso con los comics de superhéroes, pero aun así entrará al debate de la existencia de Dios metiendo por medio Cosmología del Canal Historia y enredando en torno a un personaje sobre el que reconoce ignorar todo (¡aunque eso no le impide hablar!), pero que los religiosos tienen muy claro quien es, que es lo que quiere y como se llama: se llama Yahvé, Alá o Gaia, nació de la cabeza de otro dios o de una virgen, vela por los humanos, especialmente si son judíos, brahmanes o millonarios, le agrada que le sacrifiques pollos, jóvenes vírgenes o prisioneros de guerra asirios, impuso un férreo sistema de castas, quiere que te dejes barba, quiere que te cubras la cabeza, que le rebanes parte de la pilila al crio, pero que no le pongas gomas a nadie ahí, que no abortes y que te pongas un pijama para ir a la playa, pone y depone al rey de un cónclave de magos y por su gracia tenemos un rey que representa a un país de idiotas, no quiere que te masturbes, no quiere que folles con gente de tu sexo, no quiere que folles antes del matrimonio, no quiere que folles...

Por supuesto los agnósticos no hablan de nada de eso, ellos disertan obnubilados sobre multiversos, agujeros de gusanos, campos de Higgs y sobre la razón que quizás se vislumbre detrás de todas esas cosas. Pero si los frikis seguidores de los comics de Superman tomaran por reales sus historias y andaran defendiéndolas en los foros sería absurdo que se metiera por medio un tipo haciendo de agnóstico, incluso aunque el comic nos dibuje el origen del universo, incluso aunque Supermán tuviera miles de millones de fans, incluso aunque ese comic tenga cuatro mil años de antigüedad. Utilizar el agnosticismo en foros públicos, donde la mayoría de creyentes no manejan a su creador con la sofisticación y la sutileza de los deístas deja un espacio intelectual inmerecido y peligroso a los relatos sobre dioses que persiguen a los críos para hacerles perrerías en las pililas.