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Agosto en Menéame

Llevo en Menéame desde 2012 y poco más que menear noticias había hecho hasta ahora. Llevo publicados algunos comentarios sueltos, especialmente en los temas que controlo (donde puedo explayarme algo sin meter la pata y que me fundan a negativos), algún intento (siempre fallido) de meter algo en portada y poco más. Pero aquí sigo y aquí seguiré, porque ya no podría dejarlo, no podría informarme de otro modo. Pese a que manejo otras fuentes no creo que haya nada mejor para mantenerme informado, tal vez también entretenido y, ¿por qué no?, alerta, atento, en contacto con la realidad. ¡Qué irónico! En contacto con la realidad a través de una comunidad virtual. Pues sí, porque fauna más variopinta que los meneantes no creo que haya. Si voy al curro, me muevo por mi barrio y por mi ambiente, con mi gente, con mi familia... no me entero de la mitad de lo que opina el personal. Es verdad que hay aquí opiniones que me parecen deleznables (las mías parecerán igual de repugnantes a esos meneantes que ya voy conociendo y sabiendo de qué pie cojean) pero la realidad es que esas opiniones están ahí, en la calle, en las barras de los bares que no frecuento, y prefiero conocerlas a ir de bambi por la vida.

Agosto siempre es un mes aburrido en mi curro. Flojea la carga de trabajo y la mayor parte del tiempo no tenemos nada que hacer, así que lo matamos cada uno y cada una a su estilo. Leemos, escuchamos música, nos peleamos por gilipolleces... y a mí este verano me ha dado por meterme más a fondo en Menéame.

Me cuesta entender el funcionamiento de esto pero creo que lo voy pillando, este mes me ha servido como curso de reciclaje. Aunque no he llegado al nivel 2 y sigo sin saber qué hacer con la fisgona o el nótame, he pasado el nivel 1 con aprovechamiento: medio centenar de comentarios medianamente bien valorados y un incipiente uso de jerga meneante y cierro hoy mi intervención agostera con una noticia en portada y este escombrillo.

Es verdad que hay cosas que no voy a entender nunca, pero termina uno acostumbrándose, comprendiendo que para muchos meneantes el fin justifica los medios y cualquier defecto de forma sirve para tumbar la información que simplemente no gusta, llegando a extremos realmente dignos de estudiar en conjunto: ninguna noticia ha llegado a portada sobre el proceso de paz en Colombia, una primera la tumbaron los del boicot por AEDE; luego la misma noticia de medio no AEDE ha caído por ser duplicada de la AEDE en venganza de los antiboicot AEDE; han tumbado las que referían a la participación de las FARC en política para que no se vieran las relaciones con la candidatura de Otegui a lehendakari; e incluso los anticastristas han tumbado las que destacan el papel de Cuba en la mediación... uno por otro la casa por barrer y una noticia de este alcance (en mi opinión, para algunos meneantes este tema es “irrelevante”) no llega a portada de Menéame. Y es que en las peleas sobre los algoritmos de funcionamiento, si son justos o no, sobre subs y admins, sobre si se favorecen no sé qué intereses empresariales... en eso no me alcanza el nivel 1 para entrar a opinar.

He disfrutado mucho del enfoque en la información sobre las Olimpiadas, bien distinto al que percibes si sigues retransmisiones y repasas la prensa deportiva: burquinis contra tangas o el uso del cuerpo femenino como cancha de juego; desertores del tercer mundo o cuando nuestra política migratoria se convierte excepcionalmente en política de fichajes deportivos... E incluso he disfrutado de la política nacional, de este nuestro esperpento que tiene aquí un tono tan especial, si no fuera por Menéame y los meneantes no habría quien lo aguante.

Vuelvo al modo no pasar casi nunca de la portada y no tener tiempo de mirar la cola para bichear candidatas o asombrarme por las altas cotas de frikismo que se manejan (y las sugerencias tan buenas de cine, música, cómics o videojuegos que rara vez llegan a portada y de las que tanto he disfrutado este verano solo o con mi hijo).

En fin, con todos sus defectos (y con las arcadas que a veces me provocan)... ¡Larga vida a Menéame!