EN 1987, J. A. Bardem desveló, con un discurso valiente, en 'Lorca, muerte de un poeta' la biografía del escritor granadino que trascendió la literatura andaluza y que se autodefinía como 'Andaluz, del Reino de Granada'. A los 'granaínos' de entonces esta definición pudo parecernos atrevida pues estábamos acostumbrados a usar más el gentilicio de español aunque en 1980 hubiéramos confirmado la aspiración a tener estatuto de autonomía y reconocido un tímido sentimiento andalucista. Desde entonces, hemos construido nuestra realidad histórica...
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#1 La entradilla no es más que el comienzo de un artículo más jugoso en otros puntos...
Al definirnos como andaluces, lo hacemos conscientes de lo que significa en sí mismo y en su proyección universal opuesta a los nacionalismos excluyentes y al sentido egocéntrico de otras identidades. Ser andaluz implica conocer nuestro pasado y tener sentido de identidad y pertenencia a un colectivo de personas que nos hemos caracterizado por soñar nuestro futuro y por vivir cada día aprehendiendo del entorno todo aquello que nos ha resultado útil para, precisamente, vivir.
De toda Andalucía, Granada es el lugar más castigado por dicho régimen de machaqueo con fiestas pro Reyes Católicos y satirizando a los "moros".
Otro tanto se marca el artículo mencionando la universalidad del nacionalismo andaluz que se aleja de cualquier enfrentamiento y exclusión, se podría decir que es más una forma de vida, una filosofía que un planteamiento político. Tal y como hablaba Blas Infante, en su idea de "estados-cultura" dentro del proyecto de España.
Claro, como se trata de andalucismo, es barato, y no tiene la calidad del catalán o vasco.
No soy pues ni nacionalista barato ni caro, es que ni siquiera soy nacionalista. Al pairo me vienen, cuanto más que hay inmensidad de temas más acuciantes que eso.
Me gusta mucho esa idea de que no se puede llamar "moro" a Boabdil o, al menos, no más que lo que se le puede llamar "andaluz". En esto de la integración de razas y culturas me temo que los españoles hemos retrocedido mucho, alejándonos desde hace tiempo del espíritu de convivencia que impregnó la vida en ciudades como Toledo, que alumbró intelectuales como Ramón Llull o Averroes.
También me parece interesante la observación atribuida a Goytisolo de que: "la península se partiera en dos para impulsar dos peregrinaciones: una hacia Santiago y otra hacia la Meca, hecho que provocó la ideologización de la religión."
Aunque tal vez pudiera ser al revés: a través de la religión, que no deja de ser una causa ideológica, se produjo la fractura que seguimos arrastrando hasta hoy, al partirse, no sólo la peninsula sino gran parte de la cultura de principios del segundo milenio de nuestra era, en bandos irreconciliables, por mor de intereses de los gobernantes.
Muy buen artículo, sin duda, que mueve a la reflexión.
Está claro que vivimos en un país muy rico culturalmente, con muchísimos pueblos que lo integran, y cada pueblo debe sentirse orgulloso de lo que tiene y conocer su historia.
Y también me gustó la reflexión sobre la propaganda monárquica y católica de llamar moros a los antiguos habitantes de Al-Andalus. Está claro que el poder escribe muchas veces la historia.
Y habrá que ver la película sobre Boabdil.