Mediante el presente artículo vamos a agitar el avispero de la inflexión para ver si podemos entender de forma medianamente razonable un fenómeno que no es fácil de comprender de primeras, pero que, una vez aprehendido, es un concepto de gran utilidad que explica muchas aparentes excepciones en la evolución de los étimos latinos al español.
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etiquetas: inflexión , yod , wau , fonética
Luego con el paso del tiempo le coges cariño y todo.
Cómo palatizaba la muy puñetera.
(Hay yod, hay meneo. Lo siento por la siempre marginada wau, pero es así).
Edito: el artículo es denso de pelotas y poco apto para no lingüístas, pero me ha gustado por deformación profesional.
Le haría unas cuantas preguntas y observaciones al autor, que hace un buen trabajo y exhaustivo.
Principalmente no entiendo por qué se sigue explicando el cambio vocálico a la forma viejuna de Menéndez Pidal: no hay 4 ni 27 yods, hay sólo una yod, y varias formas complejas y llenas de excepciones de 'inflexionar'. Un buen trabajo sería revisar el modelo y ver si se puede optimizar. Que ese modelo es muy de los 80 y seguro que alguien le puede dar un pulido minimalista.
Muy buen artículo.
Esto es determinante porque si viérais el tiempo que me llevó entender el chiste "Universidad Misco Jones", porque yo lo leo literalmente , "Universidad Misco Yones", y realmente creía que era una Universidad real
Nada, era una anécdota creo que mas o menos graciosas sobre lo perdidos que estamos alguno con lo que se llama culturilla general.
Fonética aparte, a veces me pregunto por qué los castellanos tienen "bellotas" y los mallorquines "aglans" y como derivó tanto "robledal" y "rovira"