Protestantes y católicos del sector occidental de Belfast quedaron separadas por una muralla de 12 metros de alto por varios kilómetros, construida hace casi 40 años, en 1969, por los británicos; el teniente general Ian Freeland había dicho que era una "medida temporal". Acordada la paz en Irlanda del Norte, católicos y protestantes formaron un gobierno compartido el año pasado, pero no se ha producido la reconciliación esperada. Ahí sigue la muralla. El legado de desconfianza y miedo perdura.
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