Benedicto XVI pidió a Europa que no abandone sus raíces cristianas y no dejó pasar la oportunidad de referirse al aborto: “no es un derecho humano” sino todo lo contrario: es una “herida profunda” para la sociedad. Rumbo a Viena, el Papa había manifestado en el avión a periodistas su pesar por la persecución al pueblo judío, a los que se refirió como “nuestros hermanos”. No dijo más, pero con sus palabras se refería a la corresponsabilidad de los católicos en el odio hacia los judíos —por los que el papa Juan Pablo II ya pidió perdón—.
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